La voluntad de ver montañas como gigantes En la indagación de un artista no mendocino sobre las formas de su contexto, la montaña entra en el espacio de lo cotidiano como un zahir borgeano que termina apareciendo en cualquier objeto de convivencia. La montaña es, para el mendocino, lugar de escape, de fogones y guitarras, de vuelta a una naturaleza que se ve como lejana, de deporte, de meditación, señal de orientación y de varios usos y significaciones más. En el arte local, sin embargo, no ha tenido mucha más presencia que como signo persistente del paisaje, o como ícono ya estereotipado de la identidad mendocina. Es la voluntad entonces, de ver este elemento desde otra escala, invirtiendo la natural relación de tamaño, o desde la materialidad no tradicionalmente artística, hasta el juego de significado oscuro que invita a la ingesta de lo inabarcable, lo que nos propone el cambio de sentido del símbolo, desde lo inconsciente a lo real, de su influencia en nuestros modos de ver y habitar nuestro entorno.
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Mariano García